martes, 18 de febrero de 2014

MI HISTORIA... 12-F






Venezuela es un país hermoso, tiene paisajes increíbles, un clima espectacular, y su gente… recuerdo a su gente como la mejor del mundo.
Recuerdo que cuando era pequeña podía irme de la escuela a mi casa sin que nada me pasara, que la gente era generosa en la calle y que el venezolano se caracterizaba por ser una persona amable y servicial, pacífico, humilde, y con el mejor humor del mundo.
Podías subirte a un autobús sin que nada te ocurriera, y si algo malo sucedía, era más por mala leche que por rutina. Usar el metro era algo habitual, pero no era algo traumático, ni tan desagradable como ahora, para nada.


Ibas al supermercado, y recuerdo que si querías comprar leche, harina, azúcar, aceite, pollo, etc., conseguías de todo, y no obstante, de todas las marcas. ¿Cuántas empresas no había en el país, cuántas marcas y variedad? La verdad es que solo de pensar que ahorita hubiera la mitad de lo que había en aquel entonces significaría la felicidad para más de una familia. Familias que se han quedado sin poder consumir algún alimento porque simplemente no lo consiguen… Esto es algo que nos afecta a TODOS, ni siquiera a aquellos que tienen poco dinero, no. A TODOS. Porque desgraciadamente aunque tengas dinero nada cuenta si falta el alimento, si hay escasez, si cada vez que regulan un alimento en lugar de poderlo comprar sucede todo lo contrario, esa es la realidad. Y acá presentaré LA MÍA.

Tengo 25 años, dentro de los cuales los primeros años fueron de una infancia muy feliz, y en cuya adolescencia ya se vio un tanto frustrada por situaciones en las que no fui protagonista, sino simplemente espectador. Situaciones en las que lloré y pedí por un país mejor, por mejores gobernantes y simplemente porque la gente reaccionara y dejara de enfrentarse unos con otros. Todo esto sucedió muy rápido y de una manera muy abrupta. El paro petrolero, cuando no fui a clases por no sé cuánto tiempo, y recuerdo que yo solo pensaba en que todo acabara de la mejor forma, y que la gente no sufriera. Luego cuando botaron a todos los de PDVSA entendí que en este país pueden pagar justos por pecadores, y en esta ocasión lo viví en carne propia.

Desde que Chávez murió las cosas en el país han empeorado rápidamente. Pareciera que al gobierno se le fuera el país de las manos, mientras la sociedad civil lucha por recuperarlo. Devaluaciones, escasez, violencia, caos, políticos que hablan y no hacen, civiles armados, organismos policiales cazando jóvenes, etc. Esto esta sumergiéndonos en un caos que promete extenderse, y no sabemos cuándo parará.

Yo confío en que algún día esta hermosa tierra disfrutará de paz, será democrática en la práctica y no solo en la teoría como hoy en día. Yo confío en que un día podremos construir una sociedad con los poderes públicos al servicio del pueblo, con una fuerza armada y organismos policiales que no sean politizados, y con bonanza económica. Yo confío en todo lo bueno para mi bello país. 


Creo que la primera vez que participé en una marcha fue en 2007, con todo el asunto de RCTV. Participé con 19 años, sin que nadie me obligara, sin que nadie me dijera lo que era políticamente correcto, o lo que debía o no hacer. Marché y protesté pacíficamente para expresarme como futura periodista, como estudiante y sobre todo como ciudadana, como venezolana, amante de mi país, y de la libertad. Sin embargo, jamás me vi revuelta en ninguna situación violenta, ni en esa, ni en ninguna de las marchas posteriores. Nunca.
Acudí a las marchas que posteriormente se realizaron, una que otra la verdad, pero lo importante era que iba y me expresaba. Jamás me imaginé pasar por esta situación, vivir una injusticia en carne propia creo que te hace reaccionar y conocer otros puntos de vista, incluso saber quiénes están contigo y quiénes no. Te puedes sorprender enormemente de todo lo que puede pasar a tu alrededor.

El año 2013 terminó con una situación muy grave para el país. Hubo demasiada gente que no se dio cuenta de la situación, así como quienes se aprovecharon de ella para beneficio propio. Pero lo que es realmente importante es la situación general del país. Aquí hay demasiadas riquezas, pero no las palpamos, o bueno, no todos. Hay muchas oportunidades, pero estamos privados de disfrutarlas. Este país tiene todos los recursos para ser mejor, pero las herramientas no se utilizan. ¿En qué momento se fue todo a la mierd@?


El año pasado justamente antes de las elecciones decretaron medidas para bajar los precios de todo, esto por supuesto con un supuesto “beneficio económico” para la sociedad pero que realmente era un beneficio político para el gobierno. Simplemente porque en este país cuando vienen unas elecciones de repente todo funciona y los planes paralizados se llevan a cabo a la velocidad de un trueno. En fin, esto además de generar escasez, dio un golpe muy fuerte a la empresa privada (que es la que me da fuente de empleo a mí y a muchos), y obviamente generó más crisis económica en el país. Muchos no lo vieron y pensaron en que tenían que comprar y comprar mientras durase todo, pero el trasfondo fue muy claro: escasez, escasez, escasez. Y donde hay escasez, no hay plata que valga.

Así llegamos a enero y bueno, adiós cupo cadivi. Todos esperando ilusionados nuestra renovación de cupo y resulta que no, que nos lo quitaron, lo redujeron, y ahora es más caro. “Qué bonito, qué hermoso”. Sinceramente luego de eso dije “ahora sí, nos jodimos” pero bueno, creo que eso fue un bomba que poco a poco fue agotando el tiempo hasta ahorita, hasta ahora.



Se empiezan así a desarrollar protestas alrededor del país, especialmente en la región andina, donde no comen cuento. Siento suprema admiración por la valentía y el temple de nuestros gochos, no porque sea hija de una, sino porque sé cómo son, y sé que aunque son venezolanos como yo y todos los demás, tienen algo que los hace ser únicos en su forma de ser y eso es lo arrechos que son. No temen. Bravo por ellos. Detuvieron a muchos estudiantes durante manifestaciones, y agredieron a muchos. 

De igual forma se dieron protestas en todo el país, muchas agresiones en el estado Aragua, muchos detenidos, y todo volaba por redes sociales. Reinó la censura en los medios de comunicación, y cada venezolano tuvo que hacer las veces de reportero. Con videos, fotos, y comunicando información a través de twitter y facebook.


En Caracas se convoca a una marcha, a que todos salgamos a la calle una vez más a demostrar que este país es nuestro, de la gente que estudia, del capital humano que de verdad quiere sacarlo adelante sin importar nada, de quienes luchan día a día y se preparan porque confían en un futuro mejor, uno sin violencia, con libertad de expresión, donde los derechos sean respetados, y la ley funcione para todos. La marcha se convocó para el 12 de febrero.

Ciertamente dije que iría, e incluso estaba pensando en faltar a mi trabajo para ir. Esto no fue necesario puesto que suspendieron las actividades, asumo que por la inseguridad que pudiera haber en la calle, sobre todo considerando que mi trabajo es fuera de la oficina.



Decidí asistir a la marcha para la cual me puse de acuerdo con mis compañeros de la Universidad Santa María, donde actualmente curso décimo semestre de Comunicación Social, mención audiovisual. Varios dijimos que iríamos a expresar nuestro rechazo a toda esta situación en el país, y a reclamar por los estudiantes detenidos hasta el momento. La marcha partiría desde Plaza Venezuela hasta el Ministerio Público en Parque Carabobo.
Llegué sola hasta la estación de Plaza Venezuela. Allí me encontraría con la gente de la universidad. Pero en el camino me conseguí a mi amiga Arianna Bueno junto con otra, ambas amigas de la universidad. Mi otra amiga estaba en compañía de gente de su trabajo, pero posteriormente ellos se retiraron cuando pasamos por la estación Bellas Artes y a partir de allí, continuamos Arianna y yo solas.

Así seguimos la marcha tranquila y pacífica hasta el Ministerio Público, todo transcurrió con total normalidad. Había gente de todas las edades, pero en su mayoría jóvenes estudiantes.
Una vez que llegamos al ministerio, Ari y yo nos detuvimos justo en frente, en la plaza, y por allí pasaron unos amigos, a quienes nos unimos para no quedarnos solas. 

Seguimos subiendo por la avenida Universidad. El ambiente estaba muy animado, la gente estaba muy dispersa, y gran parte de la marcha seguía subiendo por dicha avenida. Más adelante observé que estaba la barricada de la policía o GNB, no logré divisar quiénes. También vimos hombres con sus rostros tapados, vimos hombres armando bombas molotov, y eso nos asustó bastante. Aún así, seguimos subiendo un poco más. Nos detuvimos en una esquina, conversamos con personas que como nosotras observábamos la concentración, y luego decidimos regresarnos. Los hombres que estaban con nosotras siguieron de largo. No habían pasado cinco minutos cuando estábamos corriendo, porque vimos que todos corrían. Agarré a Ari fuerte por la muñeca y nos detuvimos en un quiosco junto a un señor mayor, esto con el fin de que la gente no nos pasara por encima.

Luego decidimos seguir bajando y así llegamos hasta la esquina donde está la plaza. Allí muchos llamaban a la calma, a la paz, a que no actuaran con violencia. El ambiente se sentía turbio. En ese momento ya estábamos solas. Caminamos un poco más hacia la plaza y allí nos quedamos, luego nos encontramos con nuestros amigos nuevamente. Allí estuvimos por un rato. 

Nos pasó por un lado uno de los heridos, tenía un disparo en una pierna. Allí la cosa ya se estaba poniendo fea. Se escuchan rumores y nos enteramos que al parecer muere uno (Bassil), sin embargo no sabíamos si era estudiante o qué. Sabíamos que estábamos rodeados porque me llegan informaciones de que había tupamaros recorriendo la zona. Resistimos un poco más. Luego hubo como dos correderas más, pero Ari y yo nos refugiábamos detrás de una pared (las estructuras donde está el metro de Parque Carabobo). En eso se riega información de que funcionarios del Sebin estaban por una de las calles muy cercanas a la plaza, así que corrimos hacia el final de la misma, quedando en frente del Ministerio Público pero lejos. 

Cuando estábamos allí nos detuvimos anonadados ante lo que ocurrió: la gente que se ubicaba justo frente al ministerio empezó a lanzar gran cantidad de piedras. Esto fue a raíz de que todos se enteraran de la muerte de Bassil. Allí vimos como una ola de gente se dirigía hacia nosotros y corrimos.

Pasamos frente a la Cristóbal Rojas y seguimos corriendo, se escuchaban muchas motos y realmente no sabíamos si eran o no de la marcha. Cuando llegamos a la esquina no sabíamos para donde correr, si para la avenida Bolívar o para arriba por donde venía la marcha. Decidimos subir. Cuando llegamos observamos que seguían lanzando piedras al ministerio y allí supimos que en cualquier momento bajarían a dispersarlos. Había humo también.

No sabíamos para dónde ir. Las estaciones de metro estaban cerradas y caminar hasta Colegio de Ingenieros representaba un gran riesgo por lo roja de la zona. Así decidimos caminar hasta la estación Parque Central por la parte de abajo, donde la gente estaba como si nada, obviamente, gracias a los censurados medios de comunicación de este país.
Llegamos a Parque Central y nos detuvimos en la entrada. Estábamos esperando a Domingo Díaz y Ángel Matute, así como a un amigo de los que estaba inicialmente con nosotras que se nos había perdido.

En ese momento se escuchó una ráfaga de detonaciones, tiros. La gente empezó a correr hacia el metro como loca. Nosotros en la entrada les gritábamos que no corrieran, que caminaran. Había ancianos, personas de todas las edades. Luego de eso se abrió un enfrentamiento entre un muchacho que estaba en la marcha y alguien que estaba afuera. Arianna y yo no lo veíamos porque estábamos en la parte de adentro, en un rincón. El muchacho tenía un palo de bandera y cual lanza empezó a “atacar” hacia afuera. No sabíamos quién estaba allí. El grupo se había dispersado. Habían funcionarios de la PNB apuntando hacia afuera con sus armas. Entró un hombre y nos vio a su derecha, contra la pared. Nos vio con cara de arrechera y se dispuso a sacar un arma. Arianna tenía agarrada a una señora del brazo y yo no esperé a ver la pistola cuando ya estaba bajando las escaleras. Mientras bajaba sentía que lanzaban cosas, pero nada me detuvo. 

Cuando terminé de bajar observé que Arianna no venía detrás de mí. Le grité y luego vi que venía bajando. Cuando llegó, pasamos a través de la puerta que nos abrieron los trabajadores del metro. Nos detuvimos allí, y cuando vimos hacia la escalera, escalera por la cual bajaban civiles de todas las edades, observamos que venía el equipo anti motín de la GNB.


El sonido que hacían no tiene explicación. No puedo explicar el miedo que sentí cuando los ví. Corrimos hacia las escaleras manuales. Bajamos. Ya en el andén cuando volteamos, nos dimos cuenta que también bajaban al andén. Allí supe que iban detrás de nosotros. Corrimos hasta el final del andén, donde gracias a Dios había escaleras eléctricas que iban subiendo. Allí nos acumulamos todos y cuando subimos, otro grupo de GNB nos estaba esperando arriba. Allí nos agarraron contra un rincón, en el piso. Juro que en ese momento pensé que nos dispararían a todos a quemaropa, y lo único que hice fue levantar las manos y llorar.

Aquí nos tenían. Estación Parque Central.
 

En ese momento golpearon a los muchachos con cascos, patadas, y nos amedrentaron a todos. Nos dijeron que “si protestan van a llevar palo”, como si eso estuviera prohibido, como si no tuviéramos derecho a expresarnos. Nos dijeron groserías, y que bajáramos las caras. Allí nos quitaron las cédulas.

Posteriormente cuando llegaron las funcionarias de PNB nos revisaron a las mujeres y ellos revisaron a los hombres. A nadie, A NINGUNO de los jóvenes detenidos le consiguieron algún objeto que lo inculpara, ni piedra, ni palo, ni arma, ni NADA. Todos limpios.

Como tenían que habilitar la circulación del metro nos trasladaron por una puerta y allí nos sentamos en el piso en un rincón. Había unas escaleras y una entrada que no estaba abierta. Cuando estábamos allí es que traen a Domingo Díaz, Ángel Matute y otro muchacho. Allí sumamos 26. El que tenía el mando de los GNB recibe una llamada y dice “¿Cuántos necesitas, 33? Tengo 26, estos mismos son”

El de franela blanca es Ángel Matute, compañero de clase. Nótese la ironía de la foto.


Luego nos sermonearon por un rato, atribuyéndonos los hechos violentos que transcurrían en Parque Carabobo, dijeron que estábamos quemando patrullas, tirando piedras, y demás. Nuestros teléfonos no paraban de sonar y a ninguno nos dejaron atender. Nos dicen oficialmente que estamos detenidos.

Arianna y yo no sabíamos qué hacer. Teníamos demasiado miedo. Nos hablaron muy fuerte, y uno que escucha tantas cosas… Lo único que pensábamos era que nos iban a desaparecer y matarnos.

Llevaron tres unidades para trasladarnos, y luego nos sacaron en dos filas. Una para hombres y otra para mujeres. 

Este es un video de cuando nos sacan de la estación. Soy la primera de las mujeres, la de franela morada.




De allí nos llevaron a la comisaría de El Paraíso. En el camino todas las chicas íbamos manejando nuestros celulares a lo que el guardia nos decía que lo guardáramos o nos los quitaba. Pude escribirle a mi mamá rápidamente un mensaje que decía "estoy presa", a las 5:17 de la tarde.

Yo sabía que a mi mamá le daría un ataque al leer eso. No dejaba de sentirme culpable por avisarle sin mayor tacto mi situación, pero no tuve opción. Cuando llegamos a la comisaria el guardia nos quitó los celulares. Los guardó en su casco. Allí estuvimos por no sé cuánto tiempo, tal vez una media hora. Nunca nos bajamos de la unidad, no le dieron orden al guardia. Nos dijo que iríamos al Core 5. En un momento fue pana y nos prestó su teléfono celular para que cada una hiciera una llamada. Esto bajo cuerda obviamente... En ese momento llamé a mi mejor amigo, por suerte me sabía su número. Allí le dije "estoy presa" y él hizo las respectivas preguntas a las cuales ni respondí porque lo mandé a callar diciéndole "estoy presa, me llevarán al Core 5, sácame de aquí".

Antes de partir al Core 5, el guardia nos devolvió los celulares por "un minuto" y para ese momento yo tenía muchos mensajes y llamadas. La primera llamada que me cayó cuando tenía el celular en la mano fue la de Andrea Seijas, amiga y delegada de mi salón de clases. Recuerdo que le dije "estoy presa, me llevarán al Core 5, sácame de aquí, sácame de aquí..." ella me dijo que no pudo dormir esa noche pensando en lo que yo le había dicho. No es fácil para nadie ahora que lo recuerdo. Luego hablé con otro compañero de clase que por susurrarle no sé si me escuchó, luego con una vecina y ya. Una llamada tras otra y luego entregué nuevamente el teléfono. Sabía que no había nada más que pudiera hacer, ya había avisado. Y probablemente no hablaría con más nadie en ese momento.

Nos trasladaron al Core 5, donde dos femeninas nos metieron a la capilla, nos revisaron sin ropa, y dimos los datos de nuestros teléfonos decomisados. Luego de unas cuatro horas fue que nos pidieron el imei de cada teléfono y allí pedimos hablar con nuestros familiares. Llamé a mi mamá y ya ella estaba afuera. Le dije que estaba bien, que no me habían hecho nada y que se quedara tranquila. Yo solo pensaba en su hipertensión.

Luego nos sentaron en unas escaleras, donde hasta los momentos no éramos esposadas. En un cambio de guardia una sargento nada amable ordenó que nos las colocaran, y bueno, allí nos sentimos fatal. Es horrible que te traten como lo que no eres: un delincuente. Cada vez que podían llegaba un GNB (hombre) y nos acusaba de tirar piedras, quemar patrullas, etc. Nosotras ni sabíamos lo de las patrullas.

Luego llegó la gente del Cicpc y nos tomaron los datos en una planilla en la cual escribieron A LÁPIZ. Allí nos colocaron un título que decía "terrorismo" y nos tomaron las huellas y eso. Luego nos pasaron a la capilla a tomarnos una foto a cada uno con un cartel que decia "terrorismo", les preguntamos, a lo que ellos alegaban que era el nombre de la división que llevaba el caso. Hasta ese momento ignorábamos por qué.

Allí nos tuvieron, a las chicas en unas escaleras, a los chicos en el piso. Pasamos frío y hambre. Nosotras drenábamos el estrés hablando con las femeninas, quienes empezaron a bromear con nosotras disimuladamente, sin que ningún superior las viera.

Nos llevaron a Fuerte Tiuna a las 2:30 a.m. Allí dormimos con las femeninas. Cada una durmió esposada a la cama, fue deprimente. Dormimos poco porque cada una estaba en su peo mental de lo que nos estaba pasando. Nos despertamos como a las siete con hambre en cantidades industriales.

Aproximadamente a las ocho de la mañana nos llevaron a desayunar. El menú era arepa, queso crema y jamón de pierna, con un jugo tipo clight. A media mañana hablamos con Eveline Álvarez, representante de la Defensoría del Pueblo, gran vaina. Fue muy amable con nosotras, le explicamos todo lo que nos había ocurrido desde la detención y que no teníamos ninguna lesión, y se fue.

Luego nos vieron las forenses, nos revisaron para corroborar que no teníamos ninguna lesión. Le indicamos que algunos chicos fueron maltratados en la detención. Ellas no se mostraron para nada de acuerdo con que estuviésemos esposadas, era realmente absurdo. Luego a las doce almorzamos y regresamos a la residencia.

Ese día fue largo, lento y estresante. Fue en horas de la tarde cuando permitieron que nuestros padres nos mandaran cosas, hasta ese momento no teníamos nada de aseo personal, ni agua, ni nada. Sin embargo las guardias fueron más que solidarias y nos habían prestado desodorante y jabón para asearnos aunque sea a medias.

En la noche una de las guardias habló con nosotras. Después de que pasáramos todo el día, y que en la noche, estuviésemos claras de que éramos inocentes y saldríamos en libertad, ella nos bajó de la nube, nos habló claro. Nos dijo que no nos confiáramos, que probablemente el acta policial diría cosas que no iban a ser precisamente ciertas, y que por más que chilláramos por pruebas, testigos, y varios elementos a nuestro favor, nada de eso serviría. Algo así como que la verdad absoluta la tenían ellos. En ese momento nuestras caras de alegría se fueron al más allá y solo había impotencia y desilusión. Les dijimos que cómo era eso posible, que tenían que revisar el video del metro, que había testigos, que eso no podía suceder. Ella fue muy clara: eso no iba a servir.

Esa noche cada una habló con sus padres. Nos dijeron que iban a estar desde temprano en el Palacio de Justicia, que nos quedáramos tranquilas porque habían muchos abogados ayudándonos. Durante nuestra estadía en Fuerte Tiuna una de las sargentos nos prestó su celular. Gracias a ella pudimos estar siempre en contacto con el exterior. Sin embargo no sabíamos qué estaba pasando afuera. Nos decían que éramos famosas pero no entendíamos, pensábamos que era una broma.

Me di cuenta de lo frustrante que puede ser estar encerrado. No tener noticias de nada de lo que ocurre afuera, porque las guardias, como nosotras, estaban encerradas cuidándonos, por tanto tampoco sabían lo que ocurría afuera. Pero sabíamos que había desorden, sabíamos que habían problemas.

Nosotras temíamos que el hecho de que se generaran situaciones violentas en la calle nos perjudicara de alguna forma, y nos siguieran culpando de todo los desastres. La verdad es que ignoraba todo lo que estaba haciendo la gente para hacer justicia, para reclamar por nuestro caso.

Nos levantaron a las cinco de la mañana. Nos lavamos la cara y nos fuimos al Core 5. Allí vimos a los muchachos, nos dijeron que habían comido y que estaban bien. Allí desayunamos todos. Luego nos llevaron a Fuerte Tiuna de nuevo para bañarnos y regresamos otra vez al Core. Esperaban órdenes. Realmente no sabían a qué hora sería la audiencia en el palacio.



Se observan a todos los hombres de #los26. Del lado izquierdo estábamos las mujeres pero no se aprecia en la fotogría



Como a la una de la tarde nos fuimos al palacio. Me quedé en shock cuando vi cómo nos llevaron custodiadas a los tribunales. Muchos militares, motos, unidades, etc. Paraban el tráfico delante para que pasáramos con el camino libre. Entramos al palacio por la parte de la autopista, y bueno. Allí pasamos a una habitación donde nos quitaron algunos accesorios que teníamos (que después no te devuelven) y nos pasaron al calabozo, lo más horrible y asqueroso que he visto.

La putrefacción del lugar era algo increíble, orine, excremento, etc. Ni siquiera nos sentábamos, no tocábamos las paredes. Esos manchones de sangre no se veían para nada atractivos, aunque no sé si era excremento que intentaba ser limpiado de algún antiguo detenido. Había una letrina que no provocaba mirar, era peor la putrefacción si te acecabas.

Allí pasamos unas cuantas horas, con hambre y estrés por ver pasar el tiempo y nada que subíamos. Llegaron un grupo de aprox. catorce jóvenes, no sabíamos su procedencia. Empezaron a pasar frente a nosotros los que tenían las lesiones más evidentes. Sí, fueron golpeados. Y mientras daban declaración nosotros escuchábamos con atención qué les había ocurrido.

Explicaron que un grupo de chavistas y funcionarios del Cicpc los golpearon en la calle, y los chavistas les gritaban a los funcionarios "mátenlos". Luego los estrellaron contra la jaula, a uno de hecho se le abrió una herida en la frente, y luego se los llevaron. Luego en un pasillo les cayeron a golpes... por eso más de uno estaba con hematomas en distintas partes del cuerpo. Di gracias a Dios por el trato que nos dieron a nosotros, no sé cómo pero ¡gracias Dios!.

En la noche pasamos en pequeños grupos para juramentarnos con nuestros abogados. Luego poco a poco nos subían a la sala donde era la audiencia. De hecho mientras esperé a que me juramentaran tuve al lado a los PNB que robaron ese día en Chacao. Deprimente tanto malandraje y corrupción en nuestros organismos policiales. Fueron capturados por Polichacao, estaban en franelilla cuando los vi, pero tenían su pantalón azul con la respectiva raya roja.

En la sala esperamos, seguimos esperando. Aproximadamente a las nueve de la noche fue que empezó. La fiscalía no sonó nada convincente, pensamos que de pronto están conscientes de la injusticia que estaban condenando. Pero aún así era su trabajo y tenían que cumplirlo. 

La razón por la cual aquel papelito decía "terrorismo" era básicamente porque en el acta policial decía que CADA UNO DE NOSOTROS, entiéndase TODOS, portaba consigo y cito textualmente "UN OBJETO CONTUNDENTE DENOMINADO PIEDRA Y UN CELULAR". Evidentemente el celular no lo negaron porque hay constancia de ellos, firmamos un documento donde consta que ellos los tienen, pero, ¿una piedra? ¡no me jodas! Allí fue que rectifiqué una vez más las injusticias de este país.

La jueza también alegó que "no hacían falta pruebas" y que "no hacían falta testigos", también dijo que la GNB había acudido al lugar por un llamado que hicieron personas de la zona, indicando que allí (dentro del metro) se ubicaban los responsables de los actos que se desarrollaban muchas cuadras atrás. ¿Suena increíble, no?

Al final, gracias a los abogados defensores, la jueza nos otorgó "libertad absoluta". Pero lo coloco entre comillas porque aunque en el momento nos alegramos, ahora que estoy en mi casa, sana, salva, y con mi familia, pienso todo en frío y me doy cuenta que me quitó lo más importante que tengo: la libertad de expresión.

Nos prohibieron manifestar. Nos quitaron un DERECHO CONSTITUCIONAL tal y como se expresa en la ley:


"Artículo 68: Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley. Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público."


Así que, cada vez que haya una marcha y/o concentración yo tengo que estar prácticamente escondida, porque después de que me arrestaran en el Metro de Caracas, cualquier cosa puede pasar. Y no contará si no estoy participando en la manifestación, basta con que esté cerca para que, en una redada, me puedan arrestar.


Quiero agradecer a todas las personas que nos ayudaron a salir ilesos de esta situación. Creo que el hecho de hacer ruido sirvió para que no corriéramos con la misma suerte que los demás. Estoy infinitamente agradecida con mis amigos, mi familia, y con todos aquellos venezolanos que a través de redes sociales pusieron su granito de arena. Gracias a todos por colaborar con la justicia venezolana que hoy estamos reclamando. Yo sé que hay futuro para el país después de todo esto, yo sé que vamos a salir adelante. Solo hay que tener fuerza, y resistir.

De izquierda a derecha: Luis Méndez, Gabriela Ferrari, Domingo Díaz (liberado), Arianna Bueno (liberada), Armando Nori, Melanio Escobar, y Génesis Carieles (liberada).

Mi mamá y yo. La abracé como si hubiesen pasado 15 años.